El pasado miércoles, 18 de septiembre, el ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, escenificó un encuentro con el presidente de la comunidad autónoma de Castilla y León y el vicepresidente de la Xunta. El lugar, la base de montaje de La Hiniesta, a pocos kilómetros de Zamora, desde donde fue tendida la vía del tramo de 110 kilómetros entre esa capital castellana y la localidad de Lobeznos, en el municipio de Pedralba de la Pradería, que forma parte de la futura línea de alta velocidad a Galicia.
Buena parte de las autoridades autonómicas invitadas al acto, al igual que los medios informativos, esperaban que el ministro Ábalos les hubiese convocado para arrojar luz sobre los plazos que todavía están en el aire, tanto en lo que concierne a ese tramo, como al siguiente, entre Pedralba de la Pradería y la estación de Ourense. Es más. El hecho de anunciar en su convocatoria que tras el acto en la base de La Hiniesta se haría un recorrido en tren hasta el cambiador de ancho de Pedralba, hizo pensar que estábamos ante un primer viaje de visita institucional tras el que seguirían a las pocas semanas, los de las pruebas de los trenes comerciales y su posterior inauguración.
Pero las decepciones no se hicieron esperar. Ábalos no venía a hablar de plazos, sino a cantar los esfuerzos de su ministerio por conseguir apurar unas obras tan largamente demandadas, a pesar de que, de los 15 meses de mandato, 5 llevan siéndolo en funciones, con su capacidad de ejecución limitada. Ábalos buscaba la lealtad institucional de dos comunidades autónomas que esperan por este tramo ahora en pruebas, desde 2016, para que sigan aguardando hasta 2020, bajo el pretexto de que “unos meses más poco tiempo es si con ello se garantiza la máxima seguridad de la infraestructura”.
En medio de su discurso, Ábalos dejó caer que los viajeros entre Madrid y Ourense podrán ahorrar cincuenta minutos y realizar el recorrido en tres horas y media en los primeros meses de 2020. También, para esos primeros meses de 2020 señaló la hipotética fecha en la que serán concluidas las obras del tramo entre Pedralba y la estación de Ourense.
Hace ya nueve meses que acabó el año en el que Ourense iba ver la llegada del AVE. Ese 2018 iba a ser el definitivo, tras haber marcado previamente otras fechas: 2012, 2015… Mientras desde el ministerio reiteraban hasta el último minuto ese plazo definitivo, como un río subterráneo, la verdad se escondía con su cruda realidad: era técnicamente imposible cumplir esa fecha. Nos consolaron con que el retraso sería únicamente de un año, si aceptábamos una solución provisional, la del “tramo de la vergüenza”, haciendo circular por la vieja vía de Zamora los trenes de alta velocidad en los últimos 15 kilómetros, mientras se construía la variante exterior, ya que, de lo contrario, el AVE no llegaría a Ourense hasta 2022 0 2023.
Pues bien. Todo parece indicar que incluso con esa solución provisional, tampoco se van a cumplir las fechas. La infraestructura no estará terminada en 2019. “Los primeros meses de 2020”, que dijo Ábalos el miércoles, pueden ser incluso hacia la mitad del año que viene y después llegará esa incógnita que son las pruebas.
Sobre este tema se ha intentado enmascarar bajo la influencia de la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria (AESF), la indeterminación de los plazos para el desarrollo de dichas pruebas, argumentando que la seguridad se antepone a la premura en su ejecución. Como si el cumplimiento en los plazos y la seguridad fuesen dos conceptos contrapuestos o la falta del primero se pudiese excusar con el segundo.
Tenemos un ejemplo de referencia: el AVE de Granada, con 18 meses. Eso podría ayudar a despejar la duda y dejar de crear falsas expectativas sobre si el tramo ahora pendiente podría estar antes de fin de año. Además, no es la AESF la que realiza las pruebas, sino la propia Adif. La celeridad con la que se lleven a cabo dependerá de su diligencia y disponibilidad de medios para realizarlas. No es la AESF la que mantiene paralizadas las pruebas de catenaria en la línea de Zamora a Pedralba que abocaron al tren “institucional” del pasado miércoles a realizar su primer recorrido tirando de los generadores de gasoil, en vez de viajar con tracción eléctrica. Si las pruebas en Zamora tramo llevan camino de repetir el plazo de su tramo predecesor en Granada, todo parece indicar que en el tramo que finaliza en la estación de Ourense sucederá lo mismo. Y entonces, sumando el retraso de unos meses en las obras y la dilación en las pruebas, la estación de A Ponte no verá la llegada del primer tren de alta velocidad hasta el año 2022.
Entendemos que en el acto del pasado miércoles, las autoridades autonómicas mantuviesen un talante contemporizador con el ministro de Fomento en funciones y con los responsables de las infraestructuras ferroviarias. Pero también es verdad que le corresponde a la Xunta, en el caso gallego, hacer un seguimiento vigilante de la situación en la que se encuentran actualmente las obras, los contratos pendientes de licitar, de la disposición para que, cuando llegue el caso, las pruebas se hagan de manera secuencial y no con largos intermedios de espera como está sucediendo hasta ahora por errores de planificación.
El vicepresidente de la Xunta dijo en el encuentro con Ábalos que la llegada del AVE en vísperas del Xacobeo 2021 será una gran oportunidad para Galicia. Pero para que esa afirmación se traduzca en una realidad, la Xunta va a tener que mantener una actitud mucho más vigilante y exigente con el ministerio de Fomento.