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El hidrógeno, un combustible que todavía “mancha” más que el gasoil (compartir)

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Locomotora China propulsada por pila de hidrógeno que transporta carbón.
Varios fabricantes ferroviarios están realizando ensayos con prototipos de trenes impulsados por pilas de hidrógeno, considerada la alternativa verde a los combustibles fósiles en aquellas líneas de tren que por su baja densidad no compensa la electrificación. Alstom ya realiza pruebas en una línea de cercanías en Alemania, China tiene circulando trenes de mercancías y en España, Talgo y Caf desarrollan sus propios prototipos. El primero estará haciendo pruebas este año y el de Caf, a partir de 2022. El objetivo de las compañías ferroviarias europeas es suprimir todos sus trenes de combustión, alimentados por gasoil por unidades híbridas en las que se combine la tracción eléctrica y la generación por pila de hidrógeno. La teoría dice que el hidrógeno es un combustible limpio, que únicamente genera vapor de agua en su transformación en energía. La realidad a día de hoy es que el 99 por ciento del hidrógeno que se produce procede de combustibles fósiles, por lo que la huella que deja sobre el ambiente es mucho mayor que la de un tren diésel: hay que fabricar el hidrógeno y todos los complejos componentes que necesita cada tren para poder alimentarse con el elemento más abundante de la Tierra.

Las compañías ferroviarias se han puesto manos a la obra, pensando en el futuro, cuando todo el hidrógeno disponible sea de origen verde. El hidrógeno verde se obtiene mediante la electrólisis del agua, aplicando una corriente eléctrica para descomponer las moléculas del líquido elemento en hidrógeno y oxígeno. El método tiene un alto consumo eléctrico por lo que, para que resultase realmente verde, debería implicar que la electricidad utilizada en su generación fuese originada en fuentes renovables como la solar, eólica o hidráulica. Pero a día de hoy, en Europa, las fuentes renovables solamente representan el 38 por ciento en la generación de electricidad, con importantes tensiones derivadas, por un lado del alza en el precio de los combustibles fósiles y el gas y por otra por los problemas que puedan producir las consecuencias del cambio climático en ámbitos como el hidroeléctrico en aquellas áreas en las que se vea reducida la pluviosidad.

Y si en Europa se producen estas contradicciones, en otras regiones del mundo no se quedan atrás. El ejemplo más paradójico se produce en China donde sus primeras unidades de tracción alimentada por hidrógeno se emplean en el transporte de carbón para poder alimentar sus centrales térmicas.

Las pilas de hidrógeno serán una solución meramente cosmética mientras no se alcance un grado de dependencia mínimo o nulo de los combustibles fósiles para la generación de la energía eléctrica. Entre tanto, eliminarán la emisión de dióxido de carbono de las vías del tren, pero a costa de incrementarlo en aquellos lugares donde centrales térmicas tengan que inyectar electricidad al sistema.