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Bruselas da luz verde a la incorporación de Galicia en el Corredor Atlántico de mercancías (compartir)

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Bruselas da luz verde a la incorporación de Galicia en el Corredor Atlántico de mercancías
Locomotoras de mercancías en Monforte de Lemos, el núcleo ferroviario que más se beneficiará de la integración gallega en el Corredor Atlántico.
La Comisión Europea ha dado luz verde en su reunión del seis de junio de incorporar al antiguo Corredor 4, hoy Corredor Atlántico de Mercancías, las líneas ferroviarias que enlazan en León y Palencia con Cantabria, Asturias y Galicia. En el caso de la línea gallega, entra en nuestro territorio por la comarca de Valdeorras hasta Monforte, donde se bifurca a Lugo, Ferrol y A Coruña por el Norte y a Ourense y los puertos de Vigo y Marín por el Sur. La decisión deberá ser ahora refrendada por el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo de Ministros para que los nuevos ramales puedan acceder, a partir de 2021 a las ayudas procedentes del fondo Conecta Europa y que pretende destinar más de treinta mil millones de euros a financiar obras de mejora de las infraestructuras que agilicen las redes transeuropeas de transporte, primando la sostenibilidad y la intermodalidad, así como una más eficiente conexión y distribución de los centros productores y receptores de mercancías.

Esta incorporación pone fin al privilegio que el corredor inicial otorgaba a los puertos del sur de la península, principalmente el de Algeciras, y de la costa portuguesa entre Lisboa y Porto y abre nuevos caminos de comunicación a los puertos de Ferrol, A Coruña, Vilagarcía,  Marín y Vigo. Las obras que Bruselas financiará para mejorar la competitividad y la sostenibilidad en el transporte no están orientadas a que ese corredor se convierta en una línea de alta velocidad para las mercancías, ya que la velocidad no es un factor de competitividad en el transporte mercante, sino la puntualidad en las entregas, la disponibilidad de centros logísticos, como lo serían los futuros puertos secos de Monforte de Lemos y de Salvaterra de Miño y la eficaz conexión de las terminales portuarias con las receptoras de mercancías a través del ferrocarril, de manera que los contenedores y el resto de las cargas puedan pasar directamente de los barcos a los vagones ferroviarios.

El objetivo de esta estrategia es devolver protagonismo al transporte ferroviario de mercancías frente a la carretera que, desde la década de 1970 ha ido comiendo mercado al primero en Europa, mientras en América, desde México a Canadá la situación es a la inversa.

La reforma de la red ferroviaria tendrá que permitir la circulación de largas composiciones, para lo que no están preparados actualmente los ramales gallegos de la línea de Palencia y León. Tampoco el resto, los que conectan desde dichas estaciones con Asturias y Cantabria, lo que mantiene en desventaja sus puertos frente a algunos puertos portugueses y españoles del Mediterráneo que ya operan composiciones de seiscientos metros de longitud e incluso 750 metros, mientras que los mercantes gallegos no pueden alcanzar los 500 metros.

Dado que la rentabilidad del transporte de mercancías por ferrocarril aumenta de manera proporcional a la longitud de los trenes, por el incremento de capacidad de carga, uno de los objetivos será dotar los ramales gallegos de áreas de cruce de trenes de mayor longitud, bien mediante la implantación de puestos de adelantamiento y estacionamiento, como los que existen en las líneas de alta velocidad, bien ampliando la longitud de vías en determinadas estaciones intermedias para facilitar el cruce de trenes mercantes con trenes de viajeros o con otros mercantes.

Actualmente, en Francia y Alemania están ya apostando por composiciones de más de 750 metros, con el objetivo puesto en los 1.200 metros, lo que significa trenes con más de cincuenta vagones, cuando los trenes gallegos de mercancías rara vez superan los veinte.