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Un consorcio hispano saudí formado por doce empresas españolas y 2 saudíes se ocupa parte de este proyecto faraónico cuyo parecido a la torre de Babel no solo está en la plurinacionalidad de los contratistas, también en la falta de entendimiento entre ellos. La plataforma de los 452 kilómetros de trazado, una longitud muy parecida a la del AVE gallego, fue adjudicada a un consorcio de empresas francesas, chinas y saudíes. El proyecto de las estaciones Foster and Partners y la construcción de las mismas a varias empresas entre ellas la de la familia Bin Laden.

Cuando el consorcio español fue adjudicatario del contrato en 2011 para el montaje de la vía y el resto de los elementos de la superestructura, además del suministro de los trenes y la explotación comercial durante 12 años, aquel contrato de más de 6.700 millones de euros pareció un gran triunfo para la marca España, en un momento de especial debilidad económica e internacional debido a la crisis que estaba sacudiendo nuestro país. Pero el tiempo fue demostrando que el contrato no era tanta jauja. Los retrasos se fueron sucediendo uno tras otro, en parte por incumplimiento de los plazos del consorcio que tenía que construir la plataforma, en parte porque el desierto, tiene sus complicaciones, como las temperaturas extremas y sobre todo la arena, y en parte también, porque los planes de pago del gobierno saudí no fueron tan puntuales como se esperaba, debido a la caída del precio del petróleo y a la falta de liquidez que eso provocó en la tesorería de esa monarquía absoluta.

Siete años después, el AVE de Medina a La Meca está ya con pruebas de operación, pero solo puede circular, de momento a 200 kilómetros por hora, por lo que el tiempo de viaje entre ambas ciudades, sin paradas intermedias será, a partir del mes de septiembre de casi tres horas en vez de las dos horas y once minutos que se prevé que llegue a cumplirse a partir de 2019 cuando ya entre en servicio el ERTMS.

Entre las doce empresas españolas se encuentra la ourensana Copasa. Con ella están Adif, OHL, Cobra, Siemens España, Indra, Ineco y otras, que se ocupan de que vías, catenaria, sistemas de seguridad, comunicaciones, control de tráfico etcétera estén a punto. Talgo suministra los 35 trenes con los que se prestará el servicio comercial, muy parecidos a los que operan en España, aunque adaptados a las condiciones extremas de ese país, y uno adicional, el tren real. Este último será híbrido para que pueda circular incluso si hubiese un corte de suministro eléctrico, además de otras prestaciones para disfrute con el confort y las extravagancias propias de sus usuarios.

Renfe operadora, por último, se ocupará de la gestión comercial. En esta empresa pública se cruzan los dedos porque, si no se cumplen las previsiones de usuarios podría hacer un negocio ruinoso ya que gran parte de su beneficio va a depender del número de viajeros.